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Rostros de ruido y silencio

Salvador Izquierdo

 

Hay un límite definido entre el barullo del dibujo y el silencio de la hoja blanca. Adentro, el trazo es caótico, se esparce libremente, formando, sin querer, construcciones que apelan a la geometría o a la naturaleza. Afuera, la blancura también se extiende, pero no sabemos lo que hay afuera, puede ser terrible. No parece ser ruido pero puede ser un estruendo.

La operación que utiliza el artista con estos «monstruos», por lo tanto, es de contención. Está generando espacios para sentirnos bien recibidos, seguros, aceptados. ¿Es eso lo que hace un monstruo? Por lo general, no. Por lo general, un monstruo espanta y significa terror. Los «monstruos» de Ernesto Proaño son más bien amables, sensatos, incluso. No juzgan, siguen construyéndose, día a día, y protegen lo interior, aquello que no nos pueden robar, eso que ni nosotros mismos entendemos bien, y que los monstruos, en sus miradas y contorsiones, nos lo recuerdan.

 

En su brillante «Entrevista a sí mismo», Proaño describe al dibujo como «una tortuga con un caparazón casi indestructible». Y es así. En la serie «Estares», de 2018, los rostros parecen formar parte de un tótem. En «Decires», de 2020, quizás son deidades prehistóricas que ya nadie venera pero conservan su fuerza misteriosa. En «Pétalos de la muchedumbre», de 2022, la idea de un amuleto tallado en madera o en piedra se hace fuerte. En «Trucos cotidianos», de 2023, existe un elemento andino, quizás son danzantes del Corpus Christi. En «Apuntes sobre el día de los muertos», realizada entre 2018 y 2024, del mismo modo, lo ritualístico se mezcla con la conversación abierta en torno a la muerte. Todos los dibujos contienen una dureza, la de la contención, que se combina con la elasticidad y suavidad del trazo visto en sus detalles.

 

Su «Entrevista a sí mismo» ensancha la figura del artista. Proaño es un gran dibujante pero su trayectoria incluye el conceptualismo. Este es el artista que una vez expuso textos curatoriales como si fueran obras de arte. Ahora, nos propone un diálogo libre y nos invita a escucharlo conversando consigo mismo, con una grabadora en mano. Retransmite la mecánica de su propia voz, su propia curiosidad. (2024)

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